La sangre se encuentra en el interior de
los vasos sanguíneos y del corazón☆ , y circula por todo el organismo
impulsada por las contracciones del corazón y por los movimientos corporales.
Entre sus principales funciones está la de transportar nutrientes y oxígeno
desde el aparato digestivo y los pulmones, respectivamente, al resto de las
células del organismo. También se encarga de llevar productos de desecho desde
las células hasta el riñón y los pulmones, y de mantener homogéneamente la
temperatura corporal. Entre las células que forman la sangre están las del
sistema inmunitario, que utilizan la red de vasos sanguíneos para viajar a
cualquier parte del organismo y defendernos frente a los patógenos y agentes
externos.
La sangre es considerada por numerosos
autores como un tipo especializado de tejido conectivo compuesto de células,
fragmentos celulares y una matriz extracelular líquida denominada plasma
sanguíneo. Las células sanguíneas se clasifican en dos tipos: eritrocitos o glóbulos rojos y leucocitos o glóbulos blancos. La sangre también contiene fragmentos
celulares denominados plaquetas. Los leucocitos se dividen a su vez en granulares: neutrófilos, basófilos
y eosinófilos☆, y en agranulares: linfocitos y
monocitos.
Los eritrocitos son los
responsables de dar el color rojo a la sangre por su alto contenido en
hemoglobina, una proteína que contiene hierro en su estructura. Su principal
misión es la de transportar el oxígeno y el CO2. El eritrocito, en
mamíferos, se puede considerar como una célula modificada para su función
puesto que no posee núcleo y carece de mitocondrias y otros orgánulos
celulares. Tienen una forma bicóncava de unas 7,5 µm, lo que le confiere mayor
superficie de intercambio con el plasma sanguíneo. Los eritrocitos constituyen
aproximadamente el 45 % del volumen sanguíneo.
Células que
componen la sangre de los humanos.
Las plaquetas son
pequeñas porciones de citoplasma sin núcleo. A microscopía óptica aparecen como
estructuras pequeñas, de 2 a 5 µm de diámetro. incoloras o ligeramente
basófilas. Contienen compartimentos membranosos en su interior que pueden ser
de diferente tipos: gránulos específicos azurófilos densos, mitocondrias (una o
dos por plaqueta), y vesículas/túbulos claros. También tienen gránulos de
glucógeno. Su principal misión es cooperar en la aglutinación y coagulación
sanguínea. Están presentes en los mamíferos, pero no en los vertebrados
inferiores. Se forman mediante "desgajes" del citoplasma de unas
células denominadas megacariocitos que se encuentran en la médula ósea.
Los leucocitos presentan
núcleo y son incoloros en la sangre fresca. Su principal misión es la defensa
del organismo frente a agresiones como los patógenos externos o alteraciones
aberrantes internas. Esta función la realizan fuera de la propia sangre puesto
que tienen la capacidad de atravesar la pared vascular y actuar en los tejidos
dañados. Realmente utilizan el sistema circulatorio para desplazarse por el
organismo. Los leucocitos presentan en su citoplasma granos de dos tipos,
azurófilos o primarios, que son lisosomas, y específicos o secundarios de
contenido variado. Los glóbulos blancos se clasifican en granulares y
agranulares. Todos tienen granos azurófilos pero los granos específicos son
característicos de los granulares.
Los leucocitos granulares son
los neutrófilos, eosinófilos y basófilos , mientras que los no granulares son
los linfocitos y los monocitos. Los neutrófilos son los
leucocitos granulares más abundantes y representan el 60-70% de todos los
leucocitos. Se reconocen fácilmente por su núcleo multilobulado. Presentan
gránulos azurófilos, pero en mayor cantidad granos específicos con un contenido
en lisozimas, activadores del complemento, colagenasas, etcétera. Son uno de
los principales tipos celulares que intervienen en la defensa frente a las
infecciones bacterianas. Los eosinófilos representan del 2 al
5% de la población leucocitaria. Su núcleo es bilobulado y en su citoplasma los
granos específicos se caracterizan por su fuerte apetencia por colorantes
ácidos como la eosina. Estos granos poseen proteínas de carácter básico como la
proteína básica mayor y la proteína catiónica eosinófila, las cuales
intervienen en la lucha contra las infecciones parasitarias, además de
histaminasas encargadas de neutralizar la acción de la histamina en reacciones
alérgicas. Los basófilos son los leucocitos granulares menos
abundantes y más pequeños, representando el 0.5% del total. Su núcleo es poco
lobulado. Se caracterizan por poseer granos específicos que se tiñen con
colorantes básicos como la hematoxilina. El contenido en heparina e histamina
de sus granos específicos, así como la presencia en su membrana plasmática de
receptores para las immunoglobulinas E, hace pensar que actúan en el tejido
conjuntivo en cooperación con las células cebadas o mastocitos.
Los leucocitos agranulares carecen
de granos específicos en su citoplasma pero sí presentan una escasa población
de granos inespecíficos. Los linfocitos son tras los
neutrófilos los leucocitos más abundantes, representando del 20 al 35 % de las
células sanguíneas. Son células pequeñas, aunque se puede encontrar una cierta
variabilidad en su tamaño, lo cual parece no estar relacionado con los
diferentes tipos de linfocitos. Los dos grandes grupos de linfocitos son los B
y los T. Ambos principales responsables de las respuestas de defensa inmune del
organismo. Los otros leucocitos agranulares son los monocitos.
Éstos se caracterizan por tener un tamaño grande en los frotis sanguíneos y por
presentar un núcleo arriñonado. Los monocitos contribuyen a las respuestas de
defensa del organismo, abandonando la sangre y desplazándose al lugar de la
infección o daño, donde se convierten en macrófagos.
El plasma es el componente fluido de la
sangre y representa más de la mitad del volumen sanguíneo. Está formado por
multitud de moléculas, desde iones hasta proteínas voluminosas. Es el principal
medio de transporte de nutrientes y productos de desecho.
LAMINAS
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